Los suelos de hormigón impreso son válidos tanto para interiores como para exteriores, siendo en esta ultima donde tiene mayor funcionalidad. El hormigón impreso no necesita mantenimiento, y esto es una de las cosas que le diferencian de otro tipo de solados. Cabe destacar la infinidad de posibilidades que se pueden generar mediante combinación de modelos y colores.
Primero, preparamos el terreno, el cual debe estar previamente libre de basura o escombros, nivelado y compactado.
Segundo, encoframos y colocamos mallazo, debidamente calzado.
Tercero, antes de verter el hormigón, humedecemos el terreno para que este más tarde no absorba el agua de la mezcla de concreto. Extendemos y alisamos el hormigón fresco sobre la superficie que queramos pavimentar.
Cuarto, vamos a nivelar toda la mezcla teniendo en cuenta el espesor deseado.
Quinto, aplicamos el color deseado en polvo sobre la superficie fresca del hormigón.
Sexto, aplicamos un desmoldante para utilizar los moldes de neopreno. Para esto la superficie debe estar lo suficientemente firme como para soportar los moldes sin hundirse. Vamos colocando los moldes sobre la superficie aún en estado plástico. Nos montamos encima, pero sin saltar, para que la impresión quede bien marcada. Seguido tenemos que tener preparado el otro molde para continuar imprimiendo los diseños escogidos y vamos repitiendo la acción una y otra vez.
Séptimo, pasada las 72 horas aplicaremos un sellador, pero antes lavaremos la superficie para eliminar los restos del desmoldante. Aplicamos entonces una resina protectora que le otorgará brillo y alta resistencia.